domingo, 22 de noviembre de 2015

Permíteme dudarte.



Después de la última decepción me quedé callada, y ahí
supimos que todo estaba roto. Cuando no tuve ganas ni de reprocharte nada, ni
de pedir explicaciones o molestarme en fingir que te creo. Ese es momento de
poner punto y final, cuando ni si quiera te apetece discutir.
Estábamos tan rotos que ni si quiera los besos eran capaces
de arreglar todo lo que nuestras palabras rompían, tan rotos que tuve que
marcharme antes de ver como las ruinas de un pasado me aplastaban. ¿Fui cobarde?
Tal vez, pero no pensaba quedarme mirando cómo todo mi mundo se estaba
derrumbando y no hacer nada por evitarlo. A veces es mejor huir, una despedida a
tiempo también es una victoria.
Era lo mejor para los dos, era momento de dejarnos ir sin
odiarnos antes, sin hacernos más daño, sin portazos.
Y no entiendo tu rencor, es cierto que me fui yo, pero me
abriste la puerta de par en par con tus tonterías, yo salté…Pero fuiste tú
quien ató la cuerda al cuello. Tal vez porque pensabas que no me iría, que sería
capaz de soportar otra desilusión, tal vez debiste escucharme cuando te dije
que era la última vez que me hacías daño. 
Pero tú nunca escuchas…se me olvidaba.
Han pasado los suficientes meses para poder mirarte a la cara
y no romperme, y por eso creo que es momento de dejar claro que nunca dejé de
quererte, pero tú dejaste de demostrar que me querías y por eso me fui. Al
final ya no sé si hacías las cosas sin darte cuenta o en realidad estabas
buscando una despedida y eras tan cobarde que tuve que ser yo quien borrara dos
puntos suspensivos y escribiese un punto y final.
No sé, y ya no importa. Ni si quiera me preocupa si estás
durmiendo con otra,  y si es así…Ojala
sueñes conmigo y al despertar no me encuentres por ninguna cama de aquel viejo
hotel donde juegas a olvidarme.
No entiendo por qué quieres volver ahora, justo ahora que tu
recuerdo ya no me roza, justo cuando empiezo a sonreír y no es por tus labios.
Pero si algo he aprendido en esta vida, es que solo debe haber una despedida… y
yo ya me fui. Y volver sería demasiado arriesgado para un corazón alérgico a
los desencuentros.
Tal vez es cierto eso de que has cambiado, tal vez es verdad
que me echas de menos, incluso a lo mejor empiezo a creerme eso de que me
querías, pero hay trenes que solo pasan una vez, y tu rompiste el billete de
vuelta.
Dices que ahora piensas antes de hablar, que ya no mientes,
que para ti sería lo más importante, que has aprendido a escuchar, que ya no
metes la pata cada dos por tres.  Dices
que has cambiado pero permíteme dudarte, cuando una persona cambia no lo dice,
lo demuestra.  Dices que aún me quieres y…permíteme
dudarte.


 Y sobre todo permíteme
que esta vez sea yo quien no tenga dudas de que marcharme en su momento fue
meterle un gol al destino, adelantarme a un final que estaba escrito, y que
dolió mucho menos hacerlo de golpe a tener que esperar a destrozarnos para
decir adiós. Me fui justo cuando aún tenía fuerzas para, a día de hoy, poder
decir: que hay errores que solo deben cometerse una vez.

0 comentarios:

Publicar un comentario