Sería muy injusto mirarte y decir que no fuiste nada para mi, sería
como intentar borrar un capitulo de mi historia, de nuestra historia, capitulo
que leí mil veces aún sabiendo el final. Un final de un libro lleno de buenos
momentos, tampoco sería justo ahora decir que todo fue una mierda, lo hiciste
muy bien, siempre supiste cómo hacer para tenerme atada a un sentimiento, a una
historia inacabada, a ti. Pasé los mejores momentos de mi vida entre tu risa,
no lo voy a negar, sabias como hacerme sonreír incluso cuando quería romper a
llorar, encontré en tus brazos el hogar donde pasar todo el invierno, donde
resguardarme de la lluvia y del frio, de las despedidas, de toda la mierda que
nos rodeaba, fuiste aquello que siempre quise, fuimos todo aquello que en un
día soñé para un futuro perfecto. Fuiste, fuimos, todo lo que se le puede pedir
al amor, todo lo que se puede llegar a ser; lo fuimos todo cuando todavía éramos
nosotros. Pero el tiempo pasa y tal vez las personas cambian, o tal vez el amor
se rompe, o tal vez ese amor nunca existió y cambiamos los besos por los versos
de despedida, las madrugadas por aquellos atardeceres entre lágrimas intentado
explicarte que ya no éramos los mismos, que ya no quedaba nada de lo que un día
fue hogar. Tal vez fui yo quien peor lo pasó por ser quien se dio cuenta que ya
no me mirabas igual, que aquel brillo de tus ojos había desaparecido poco a
poco, lentamente, y ya no me mirabas como quien encuentra la libertad en otros
ojos. Intenté explicártelo y... Rayadas mías me decías, y tal vez, pero cuando
algo empieza a cambiar... termina cambiando todo. Y lo sabía, había pasado
antes por esto y contigo no iba a ser diferente, cada vez las peleas duraban
más y ya no era suficiente con un lo siento. Era el principio del final, y tú,
seguías sin darte cuenta. Quizá el segundo síntoma fue la forma en que me
abrazaste después de aquella discusión, nunca había sentido tanto frío, tan
gran vacío como aquella vez, nunca había estado tan sola como después de aquel
abrazo y, como duele la soledad cuando es cosa de dos. Lo tercero, y quizá lo
último fueron los te quieros, cuando los decíamos por rutina y no por sentirlo
en ese momento, cuando ni siquiera nos mirábamos a los ojos para entendernos,
cuando nuestras sonrisas iban siempre en dirección contraria. He de confesar
que fue ahí cuando acepté el final, cuando las noches se convirtieron en volver
a leer nuestra historia para saber donde fallé, cuando cambiamos las sonrisas
por mis lágrimas, los besos por los versos, y hacer el amor por declararnos la
guerra. Me intenté alejar antes de aquel final para evitar daños colaterales,
te intenté olvidar sin resultado alguno, pero el tiempo y tu falta de interés
hicieron el resto. Y me fui, me fui porque hacía mucho que no éramos los de
antes, los de la sonrisa eterna, los de los domingos de resaca, los que fueron
todo cuando no eran nada, me fui, y no por ti, ni por mí... fue Porque ya no éramos
nosotros. Y nunca lo volveríamos a ser, ya sabes que cuando algo se rompe nunca
más vuelve a tener la misma forma por mucho que intentes pegar los trozos. Y te
diste cuenta de ello tarde, como siempre. y por mucho que ahora intentes coser
las heridas... siempre van a quedar cicatrices
como intentar borrar un capitulo de mi historia, de nuestra historia, capitulo
que leí mil veces aún sabiendo el final. Un final de un libro lleno de buenos
momentos, tampoco sería justo ahora decir que todo fue una mierda, lo hiciste
muy bien, siempre supiste cómo hacer para tenerme atada a un sentimiento, a una
historia inacabada, a ti. Pasé los mejores momentos de mi vida entre tu risa,
no lo voy a negar, sabias como hacerme sonreír incluso cuando quería romper a
llorar, encontré en tus brazos el hogar donde pasar todo el invierno, donde
resguardarme de la lluvia y del frio, de las despedidas, de toda la mierda que
nos rodeaba, fuiste aquello que siempre quise, fuimos todo aquello que en un
día soñé para un futuro perfecto. Fuiste, fuimos, todo lo que se le puede pedir
al amor, todo lo que se puede llegar a ser; lo fuimos todo cuando todavía éramos
nosotros. Pero el tiempo pasa y tal vez las personas cambian, o tal vez el amor
se rompe, o tal vez ese amor nunca existió y cambiamos los besos por los versos
de despedida, las madrugadas por aquellos atardeceres entre lágrimas intentado
explicarte que ya no éramos los mismos, que ya no quedaba nada de lo que un día
fue hogar. Tal vez fui yo quien peor lo pasó por ser quien se dio cuenta que ya
no me mirabas igual, que aquel brillo de tus ojos había desaparecido poco a
poco, lentamente, y ya no me mirabas como quien encuentra la libertad en otros
ojos. Intenté explicártelo y... Rayadas mías me decías, y tal vez, pero cuando
algo empieza a cambiar... termina cambiando todo. Y lo sabía, había pasado
antes por esto y contigo no iba a ser diferente, cada vez las peleas duraban
más y ya no era suficiente con un lo siento. Era el principio del final, y tú,
seguías sin darte cuenta. Quizá el segundo síntoma fue la forma en que me
abrazaste después de aquella discusión, nunca había sentido tanto frío, tan
gran vacío como aquella vez, nunca había estado tan sola como después de aquel
abrazo y, como duele la soledad cuando es cosa de dos. Lo tercero, y quizá lo
último fueron los te quieros, cuando los decíamos por rutina y no por sentirlo
en ese momento, cuando ni siquiera nos mirábamos a los ojos para entendernos,
cuando nuestras sonrisas iban siempre en dirección contraria. He de confesar
que fue ahí cuando acepté el final, cuando las noches se convirtieron en volver
a leer nuestra historia para saber donde fallé, cuando cambiamos las sonrisas
por mis lágrimas, los besos por los versos, y hacer el amor por declararnos la
guerra. Me intenté alejar antes de aquel final para evitar daños colaterales,
te intenté olvidar sin resultado alguno, pero el tiempo y tu falta de interés
hicieron el resto. Y me fui, me fui porque hacía mucho que no éramos los de
antes, los de la sonrisa eterna, los de los domingos de resaca, los que fueron
todo cuando no eran nada, me fui, y no por ti, ni por mí... fue Porque ya no éramos
nosotros. Y nunca lo volveríamos a ser, ya sabes que cuando algo se rompe nunca
más vuelve a tener la misma forma por mucho que intentes pegar los trozos. Y te
diste cuenta de ello tarde, como siempre. y por mucho que ahora intentes coser
las heridas... siempre van a quedar cicatrices
0 comentarios:
Publicar un comentario